La Dra. Sacha Rivera: De profesora en farmacia a misionera de la salud

Descubriendo el alma humanitaria detrás de la cátedra: La inspiradora historia de la Dra. Sacha Rivera 

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Con un espíritu incansable y una vocación que va más allá de los salones de clase, la Dra. Sacha Rivera, profesora de Farmacia en el Recinto de Ciencias Medicas de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, se ha destacado como una verdadera misionera de la salud. En el año 2017, su dedicación trascendió las fronteras al embarcarse en una misión humanitaria en el continente africano.

                                               Sacha Rivera recién llegada a Gabón compartiendo con nativos de Bongolo 

Por: Andrés C. Rivera
14 de abril de 2024 

Sacha Rivera, profesora en RCM, tiene un bachillerato en Ciencias Farmacéuticas de la UPR en Río Piedras y un Doctorado en dicha rama de la Universidad de Purdue en Indiana y una especialidad en geriatría. Por otra parte, también ha ocupado posiciones de liderazgo académico. En esta entrevista nos cuenta como puede combinar su profesión con la labor misionera alrededor del mundo. 


P: ¿Qué motivó tu interés por la carrera en farmacia?

R: Pasión por la química, las matemáticas e interactuar con el público. La  inspiración proviene por dos farmacéuticos que asistían a mi iglesia: una mujer y un varón que eran profesionales en el campo de la farmacia, ministeriales como líderes de niños y misioneros en la iglesia local. 

P: ¿Cómo lograste convertirte en Catedrática en el Reciento de Ciencias Médicas?

R: Finalizando ya mi Residencia en Farmacia Geriátrica, solicité para ser candidata a Facultad en la Escuela de Farmacia en el 2003. Comencé como Catedrática Auxiliar (2003), luego Catedrática Asociada (2008) y finalmente Catedrática (2014). En la academia he tenido la oportunidad de servir como farmacéutica clínica y preceptora de estudiantes de Doctorado en Farmacia en comunidades especiales a poblaciones geriátricas en Barrio Obrero y el Centro de Edad Avanzadas Las Margaritas. He aprendido mucho más de mis estudiantes, pacientes y colaborares de lo que ellos han aprendido de mí. He ocupado puestos de liderazgo académico: Directora de la Oficina de Práctica Supervisada, Directora del Programa de Residencia en Farmacia en el Hospital de Veteranos en San Juan y actualmente como Decana Auxiliar de Estudiantes de la Escuela de Farmacia.
  
P: ¿Cómo diste con la oportunidad de convertirte en misionera en África?

R: Desde adolescente comencé ha realizar viajes misioneros con la iglesia. El viaje al Hospital de Bongolo en Gabón, Africa surge por la visita de unos misioneros que servían en dicho hospital a la iglesia donde asistía en 2015. Ella era enfermera graduada y directora de la Escuela de Enfermería adscrita al hospital. En una de las actividades durante su estadía en Puerto Rico, mientras contaba sus experiencias como enfermera me preguntó a que yo me dedicaba y le dije que era farmacéutica y profesora. Ella me comentó que no tenían farmacéuticos en el hospital y que había necesidad de ese personal. Sí había escuelas de farmacia pero en la capital del país, Libreville que era una distancia de 8 horas en auto hasta Lebamba, la ciudad donde se encontraba el hospital. Inmediatamente vi la importancia de poder servir por un tiempo allí y satisfacer las necesidades que ellos entendieran que eran prioridad. El Hospital de Bongolo es una institución cristiana que tiene residencias para médicos en Cirugía y Oftalmología. También hay servicios de pediatría, ginecología y obstetricia, tratamiento para enfermedades infecciosas como tuberculosis y HIV, entre muchos otros servicios.

P: ¿Cual fue tu función en el hospital de Bongolo?

R: Una vez llegué al hospital la tarea principal fue hacer el inventario de todo el almacén de medicamentos y equipo médico. El almacén lo dirigía una persona que fue maestro de español y un asistente. El inventario se hacía a mano en unas tarjetas de cartulina. El inventario en Puerto Rico se lleva de forma electrónica. Lo primero que realizamos fue sacar los medicamentos expirados y anotarlos en una libreta donde se registraban antes de decomisarlos. Luego organizamos en los anaqueles con los medicamentos vigentes. Utilizamos un sistema de stickers de colores donde se anotaba la fecha de los que se expiraban próximamente para que fueran utilizados primero. Cada cuatro meses llegaba un cargamento de medicamentos de países europeos. En Puerto Rico, los medicamentos en su mayoría se pueden pedir para llegar el mismo día o al otro día de la droguería al hospital o farmacia de comunidad. Dado a que había muy poco personal el inventario no se mantenía actualizado por lo que la tarea era de prioridad para maximizar el uso de los recursos limitados. 

P: ¿Qué diferencia notaste en la práctica farmacéutica entre Gabón y Puerto Rico?

R: Allí aprendí que las que fungían el rol de despacho en la farmacia eran las enfermeras que ya estaban por retirarse y que no podían caminar con tanta agilidad por el hospital. En Puerto Rico la función del despacho es del farmacéutico licenciado y su equipo de técnicos de farmacia e internos (estudiantes de farmacia o de técnicos de farmacia). Estuve con ellas varios días. La receta de los pacientes estaba escrita por el médico en unas libretas que a su vez tenía documentado la nota de progreso de cada médico, los resultados de laboratorio y otras pruebas. Esa libreta era el récord médico de cada paciente. Cada paciente era responsable de llevar esa libreta a todas sus citas médicas en cualquier lugar del país donde fuera a recibir servicios. Ese sistema de documentación es muy diferente al nuestro dónde las oficinas y hospitales tienen récords para cada paciente y son los responsables de custodiarlos.

P: ¿Cómo impactó esta experiencia tu vision profesional y personal?

R: El impacto mayor en mi como profesional de la salud fue observar aún en medio de limitaciones económicas o de equipo el servicio y la atención al paciente eran de excelencia. Con lo poco que tenían hacían mucho. Los pacientes esperaban con tranquilidad sus turnos y los profesionales los atendían con respeto. Había pacientes que viajaban días y otros caminaban horas para llegar a recibir servicios. De acuerdo a su capacidad para costear los servicios era que pagaban. Sino tenían para pagar, comoquiera el servicio se les daba porque había un fondo destinado para ello. Había muchos casos de cataratas que por años no podían ver y luego de una cirugía oftálmica podían ver. Honestamente milagros en el medio de la selva africana, llena de esperanza para el que la había perdido.

P: ¿
Qué consejo darías a aquellos estudiantes que estén interesados en realizar trabajos misioneros o experiencias internacionales similares?

R: 1. Empiecen en el lugar donde están. Aquí mismo en Puerto Rico a familiarizarse con organizaciones de base de fe como iglesias o labor cívica comunitaria. Es aquí mismo donde se comienza a desarrollar la sensibilidad y la pasión por el servicio voluntario. 
2. Estudie bien el lugar y la población donde servirá. Si practica alguna religión o disciplina espiritual ore, medite sobre lo que anhela. Pregunte, lea, visite, escuche atentamente y con respeto. 
3. No imponga sus criterios, atienda la necesidad que la comunidad a servir identifique.
4. Rodéese de personas que ya hayan tenido experiencias similares a las que usted desea tener, aprende de sus aciertos y de sus errores para maximizar sus aciertos y minimizar sus errores.

                         Entrevista a la Dra. Sacha Rivera que nos cuenta su experiencia en Gabón Africa


La Dra. Rivera nos mostró como puede combinar su profesión como farmacéutica con el campo misionero. Su historia es de mucha inspiración para los estudiantes que día a día pasan por su salón ya que con su amor y carisma colabora con el futuro profesional de nuestro país. 
                                    




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